El mundo de la mitología de los pueblos indígenas de Sudamérica contiene muchas historias fascinantes sobre la realidad que nos rodea. Quetzalcóatl, también conocido como Kukulkán o Serpiente Emplumada, puede contarnos una de ellas.
La gente siempre ha explicado los fenómenos que le resultan incomprensibles. La existencia de fuerzas sobrenaturales que guían el destino del mundo. Merece la pena observar cómo la realidad encontrada influye en la forma y la imagen de los dioses en diversas culturas. Los dioses de los pueblos del norte eran más egoístas, rencorosos y voluntariosos. Los pueblos del Sur, en cambio. Vivir en un entorno rico en tierras fértiles y abundantes recursos naturales. Creían en deidades que eran útiles y propiciaban la vida. Los dioses indios no son diferentes.
Serpiente de piedra emplumada en el templo-Quetzalcoatl’a en Teotihuacan, México
Sudamérica es un entorno exuberante y diverso. Puedes ver su reflejo en la cultura y las creencias de los indígenas. La mitología india está plagada de diversas deidades y criaturas místicas. El propio mundo, como dicen las leyendas, fue creado por muchos dioses.
Uno de los creadores del mundo fue una deidad mesoamericana cuyo nombre procede de la lengua náhuatl y significa “serpiente emplumada”. Según la región, tenía diferentes nombres y apodos. En la cultura azteca se le conocía como Quetzalcóatl, Gucumatz, Votan, Ehécatl, como dios del viento o Tlahuizcalpantecuhtli, como representante del lucero del alba. En la cultura maya se le conocía como Kukulcán. Quetzalcóatl formaba parte del panteón de dioses aztecas, junto a Tláloc, Tezcatlipoca y Huitzilopochtli. Se le consideraba el dios del viento, el cielo, la tierra, el agua, la fertilidad , el amanecer, los mercaderes, las artes, la artesanía y el conocimiento. También fue el patrón del sacerdocio azteca. La gran importancia de este Dios se evidencia, entre otras cosas, en la pirámide situada en la antigua ciudad de Teotihuacán, en México. Es el tercer edificio más grande y uno de los más antiguos de Mesoamérica[1] Quetzalcóatl – Códice Telleriano-Remensis
No se sabe exactamente cuándo y qué pueblo creó el culto a la Serpiente Emplumada. Esto se debe a la cultura de la época, que creó sus propios estados sobre la base de los anteriores. Borró la memoria de ellos y presentó sus logros como propios. Lo que se sabe es que la civilización olmeca, la primera civilización de Mesoamérica, cuyos orígenes se datan en el año 1500 a.C. Adoraban la imagen de un dragón emplumado, que era la deidad de la tierra, la agricultura, la fertilidad y el fuego. El dragón olmeca fue probablemente el protoplasto del dios azteca Quetzalcóatl.
El mito de la creación del mundo
Está en Teotihuacán, México, según las creencias. Tras la expiración del cuarto sol, que anunciaba el fin del mundo. Los dioses se reunieron para debatir cuál de ellos debía convertirse en el quinto sol. Prolongando así la vida del mundo. Tecuciztecatl, un dios altivo y orgulloso, se declaró sacrificado. Sin embargo, los demás dioses favorecían a los Nanahuatzin, los más pequeños y humildes de entre ellos. Los dioses han encendido un gran fuego. En el último segundo, Tecuciztecatl se negó a saltar al fuego, vencido por el miedo al dolor. Nanahuatzin saltó en su lugar. Avergonzado por el sacrificio de Nanahuatzin, Tecuciztecatl le siguió. Dos soles se alzaron en el cielo, pero juntos eran demasiado brillantes. Los dioses arrojaron un conejo a Tecuciztecatl para atenuar su luz. Así se creó la Luna[2]. Una leyenda dice que Quetzalcóatl fue al mundo subterráneo de Mictlán y creó el mundo actual del quinto sol a partir de los huesos de razas anteriores utilizando su propia sangre.
El impacto de la colonización en la mitología
Quetzalcóatl apareció adoptando la forma de un hombre de barba blanca. Según las leyendas transmitidas de boca en boca, dio al pueblo un calendario que marcaba los días del quinto sol. Creó la astronomía y las matemáticas. Enseñó a la gente a cultivar maíz y algodón. Cabe señalar algunas similitudes en el relato de la creación del mundo con la religión cristiana. Aparte de la imagen de un hombre de barba blanca parecido a Jesús. Quetzalcóatl también nació de una virgen. Sin embargo, en este caso era una diosa. En 999, Quetzalcoatl abandonó a los indios prometiéndoles profecías. La serpiente emplumada predijo la llegada de los conquistadores blancos del otro lado del océano, que derrocarían a los dioses indios sustituyéndolos por su propia deidad, no especificada. También predijo su reaparición en el año de la caña, que cae cada 52 años. Poco más de 500 años después, en 1519, durante el año de la caña. En el lugar donde Quetzalcóatl profetizó su reaparición. Apareció un barco. Los conquistadores españoles dirigidos por Hernán Cortés llegaron a América [3]. La profecía se cumplió de forma perversa. Desde el siglo XVI, se creía que el emperador azteca Moctezuma II consideró inicialmente el desembarco de Hernán Cortés. como el regreso de Quetzalcóatl. Esta opinión ha sido cuestionada por los historiadores, que afirman que no se ha encontrado ningún documento que se originara independientemente de la influencia española. Vínculos entre Quetzalcóatl y Cortés.[4] No obstante, esta predicción pudo ser motivo de un exceso de confianza en los invasores y en su fácil entrada en el interior.
Kukulkán en Uxmal, México
Buen dios, malos seguidores
El significado exacto y las características de Quetzalcóatl varían algo entre civilizaciones y a lo largo de la historia. Existen varias historias sobre el nacimiento de Quetzalcóatl. En un mito, Quetzalcóatl nació de una virgen llamada Chimalman, que fue visitada por el dios Onteol en sueños. Otra historia cuenta que Chimalman fue alcanzada en el vientre por una flecha disparada por Mixcoatl, el dios azteca de las estrellas. Nueve meses después, dio a luz a un niño, al que puso el nombre de Quetzalcóatl. La tercera historia habla del nacimiento de Quetzalcóatl por la diosa Coatlicue, madre de los cuatrocientos hijos que formaron las estrellas de la Vía Láctea. Según otra versión del mito, Quetzalcóatl es uno de los cuatro hijos de Ometecuhtli y Omecihuatl, los cuatro Tezcatlipocas, cada uno de los cuales preside una de las cuatro direcciones principales[5]. A menudo se consideraba a Quetzalcóatl el dios del lucero del alba, y a su hermano gemelo Xólotl el lucero de la tarde (Venus). Como lucero del alba, se le conocía con el título de Tlahuizcalpantecuhtli, que significa “señor del lucero del alba”. Quetzalcóatl era también el patrón de los sacerdotes y el título de los sumos sacerdotes gemelos aztecas. La serpiente emplumada creó un mundo lleno de paz y armonía, lo que le valió respeto y reconocimiento. Algunas leyendas le describen como contrario a los sacrificios humanos. Con el tiempo, sus intenciones se pervirtieron y, a pesar de la oposición manifiesta en sus enseñanzas. También se ofrecían sacrificios humanos en sus altares. Quetzalcóatl gobernó durante una de las cinco eras de la creación. Durante la cual él y su esposa trajeron a la existencia a la última raza conocida de la humanidad. Luego le enseñaron a obtener alimentos, hacer fuego y ofrecer sacrificios a los dioses.
Regalos preciosos para la humanidad
Uno de los preciados dones recibidos del dios del viento era el maíz. Un alimento sagrado que constituía la base de la dieta de los pueblos mesoamericanos. Curiosamente, el maíz en forma de harina se utilizaba como ingrediente de bebidas. Mezclado con cacao, que también es un regalo de la serpiente emplumada, guindillas y otras especias. Constituía la bebida básica que utilizaban a diario los indios. Quetzalcóatl fue considerado el fundador y patrón de numerosas dinastías gobernantes en toda Mesoamérica[3] También adoptó la forma humana de Topiltzin Quetzalcóatl, que gobernó Tollan, el reino tolteca idealizado en la mitología azteca. Quetzalcóatl no murió con la conquista del continente. Sigue vivo en el pensamiento indio moderno y ha desempeñado un papel en la formación de la cultura mexicana moderna. También ha calado hondo en los cultos contemporáneos. Algunos mormones creen que Quetzalcóatl era en realidad Jesucristo. Según el Libro del Mormón, Jesús visitó el continente americano tras su resurrección. El erudito de los Santos de los Últimos Días, Brant Gardner, señaló que durante la conquista española, los nativos americanos y los sacerdotes católicos simpatizantes sintieron la presión de asociar las creencias de los nativos americanos con el cristianismo, haciendo que los nativos americanos parecieran más humanos y menos salvajes[6]. Entre los seguidores del movimiento de la Nueva Era han circulado diversas teorías sobre Quetzalcóatl, especialmente desde la publicación del libro de Tony Shearer El Señor del Alba: Quetzalcóatl y el Árbol de la Vida en 1971.
¿Creó realmente el mundo la Serpiente Emplumada? ¿Se ha distorsionado nuestro conocimiento de su culto a lo largo de los siglos? Algunas preguntas nunca tendrán respuesta. Otros encontrarán respuestas con la ayuda de la ciencia y el duro trabajo de investigadores y antropólogos.